La expresión “miedo escénico” la introdujo Jorge Valdano para describir la presión extra que experimentan los equipos contrarios cuando visitan el Santiago Bernabéu, provocando a sus jugadores una merma en su rendimiento físico y mental. En el Rival Interior intentan explicar esta angustia añadida. En los deportes extremos ¿cómo es que se puede disfrutar cuando están poniendo su vida en peligro? ¿Se disfruta o se sufre? La respuesta es: ambas cosas, el yo desarrolla un afecto de angustia y miedo ante los diferentes peligros, pero otra parte del yo, más fuerte y evolucionada, provee la seguridad que brinda la experiencia y la confianza. Este aplomo aporta una fuerte dosis de libido (energía psíquica) que es suficiente para transformar la angustia en placer, un goce específico que experimentan los deportistas extremos, como los paracaidistas o pilotos de acrobacia, una sensación de poder gozar con el vértigo.
Y aquí se presenta el problema central, si falla esta segunda parte del yo, que es la que brinda seguridad y confianza, la angustia inicial se libera y gobierna la escena desencadenando una sensación de pánico y el deportista puede quedar aterrado frente al peligro o tomando decisiones equivocadas producto del miedo. Los deportistas en determinadas ocasiones tienen débil la parte del yo que soporta y sobrelleva la presión o el peligro y son más propensos a padecer excesos de angustia contraproducentes. Ante la presión del deseo se genera un estado especial de conciencia donde el yo no distingue la diferencia entre realidad y fantasía inconsciente, de esta forma se desarrolla la angustia, y el jugador puede presentar estados, cansancio, miedo o inhibición que le disminuyen significativamente el rendimiento. El problema es que esos conflictos a veces tienen la capacidad de bloquearnos, máxime si enfrente tenemos a alguien dispuesto a todo para hacernos perder esa posibilidad y ocupar él mismo el acceso al título o partido en disputa. Un jugador en un entrenamiento puede jugar extraordinariamente bien y en el partido decisivo cometer errores o tener irregularidades que no se corresponden con su nivel de juego.
Fuentes: La angustia como producto de la debilidad del yo (EL RIVAL INTERIOR)
Si desconoces a tu enemigo y no te conoces,
en cada batalla correrás serio peligro.
Si conoces al enemigo y no te conoces a ti mismo,
Si conoces al enemigo y no te conoces a ti mismo,
tus posibilidades de victoria son iguales a tus posibilidades de derrota.
Conoce a tu enemigo y a ti mismo, así,
Conoce a tu enemigo y a ti mismo, así,
en cien batallas jamás correrás el menor peligro. Sun Tzu "El arte de la guerra"